Empieza tu operación bikini con una “dieta de choque”

Con el buen tiempo empieza la operación bikini

De cara a la primavera todos y todas nos empezamos a preocupar un poco más por nuestra figura, por cómo nos veremos con ropa más ligera cuando digamos adiós al frío invierno. Abrimos el armario donde tenemos bien guarda la ropa del verano anterior, aquella que nos sentaba de maravilla y pensamos si este año entraremos o no en ella. Pasamos más tiempo mirándonos en el espejo, de arriba a abajo, por delante, por detrás y de costado. Observamos los michelines que han crecido durante el invierno a nivel de la cintura o bajo el trasero. La dichosa celulitis está un poco más marcada que el último año. Estamos apunto de volver a utilizar el bañador o bikini que nos compramos el verano pasado y puede que no nos quede tan bien como lo hizo entonces. Es hora de tomar decisiones serias. Sólo tenemos un par de meses, antes de que llegue el verano, para perder los kilos que nos sobran. No hay tiempo que perder. ¡Necesito un milagro!

Si te ves reflejado en esta situación, olvídate de los milagros, pues no existen. Lo que realmente necesitas es ayuda urgente de un profesional. Haz ejercicio a diario y acude a un nutricionista para que te paute una dieta hipocalórica adaptada a ti.


Mi dieta clave: la “dieta de choque”

Cuando acudís a mi con este tipo de consultas, siempre os planteo el mismo tipo de dieta. Yo la llamo “dieta de choque” y os voy a desvelar mis secretos para elaborarlas.

Estas “dietas de choque” son algo restrictivas en hidratos de carbono complejos y energía (hipocalóricas). De esta forma conseguiremos que el organismo utilice las grasas de reserva para obtener energía para realizar las actividades de la vida cotidiana. Es decir, al limitar la ingesta de carbohidratos, el cuerpo quema las grasas almacenadas en el cuerpo, lo que produce una pérdida de masa grasa, que se traduce directamente en una pérdida de peso corporal.

Además de restingir los hidratos de carbono, se deben elegir los alimentos que contengan menos materia grasa y utilizar la mínima grasa o aceite de cocción para las preparaciones de nuestros platos. Vamos a tomar el mínimo aceite posible.

Los desayunos suelen ser bastante completos. Es el único momento del día en el que incluyo la ingesta de algún carbohidrato, ya sea pan, cereales o galletas, todos ellos integrales.

Las medias mañanas y meriendas son fundamentales para recuperar energía entre horas y controlar la sensación de apetito. Además nos sirven para aportar azúcares de rápida absorción que nos eviten las bajadas de azúcares y con ellas, los episodios de desmayos o debilidad.

Los almuerzos estarán formados por una proteína de origen animal bajas en grasa, ya sea carne, pescado o huevo, un plato de verdura y una pieza de fruta.

Las cenas son ligeras y suelo incluir ensaladas, cremas, caldos, algún embutido bajo en grasa y algo de fruta o un yogur. Siempre tengo en cuenta que se mantenga una proporción correcta entre proteínas y verduras.

Por supuesto, siempre siempre siempre debemos acompañar nuestra dieta con actividad física diaria, para fortalecer nuestros músculos y con un aporte adecuado de agua, que nos hidrate bien el cuerpo.

Debido a que este tipo de dietas son bastante duras de llevar a la práctica y a que son restrictivas en nutrientes (carbohidratos) las planifico únicamente para una duración de 2 semanas consecutivas como máximo. Tras este periodo de tiempo, se hace necesario modificar el plan de comidas y adaptarlo más a una dieta equilibrada, para no comprometer así los procesos vitales del organismo.

Los resultados obtenidos son 100% satisfactorios

Las personas que realizan estas “dietas de choque” suelen estar muy contentas con los resultados obtenidos, pues en un par de semanas pierden bastante peso, se ven mejor, más ágiles, la ropa les empieza a quedar más holguera y se sienten con más ánimo para afrontar unas cuantas semanas más el tratamiento dietético.

No existe una cifra fija de pérdida de peso tras esta dieta. La pérdida dependerá de múltiples factores, como son la edad, el sexo, el ritmo metabólico, la capacidad de sacrificio de la persona a la hora de hacer el plan de comidas, el nivel de actividad física que realice y los kilos de grasa que deba perder.

Actúa contra los michelines del invierno y empieza tu operación bikini con una buena dieta de choque.

Dieta operación bikini Express

Operación bikini express

La Semana Santa ya ha terminado. Las comidas fuera de casa se acabaron, al igual que las copitas de más, los dulces a media tarde y los paquetes de pipas esperando a que llegue la procesión. Parece que el calor ya ha llegado y el momento de lucir nuestros cuerpos bajo el sol de la playa o la piscina está cada vez más cerca.

Si te sobran sólo un par de kilitos y quieres verte genial en bikini o bañador, una buena opción para ti es seguir una dieta de choque durante no más de dos semanas. Conseguirás eliminar esos kilos que has cogido durante el invierno y no te sientan nada bien, reducir volumen y definir tu cuerpo.


Las claves de la dieta de choque

  • Empieza el día con un desayuno completo y variado.
  • Al mediodía, toma una comida completa pero ligera, que no te aporte demasiadas calorías.
  • Prepara una cena ligera, baja en carbohidratos.
  • Elige alimentos integrales, desnatados y sin azúcares añadidos.
  • Baja el consumo de grasas saturadas, es decir, las procedentes del mundo animal y de la bollería industrial.
  • Opta por consumir carnes blancas, como pollo, pavo o conejo.
  • Incorpora Omega-3 a tu dieta (frutos secos y pescado azul) y alimentos vegetales ricos en fibra, vitaminas y minerales.
  • Utiliza aceite de oliva virgen extra para tus preparaciones culinarias.
  • Toma fruta y verdura cada día.
  • Bebe agua suficiente, al menos 2 litros de agua al día en época de calor.
  • No olvides combinar tu dieta con la realización de ejercicio físico a diario.

Menú de choque para 2 semanas

Siguiendo las claves antes marcadas, te traigo una propuesta de menú de choque para dos semanas. Utilízala como guía para ayudarte en tu operación bikini express.

En este menú indico los grupos de alimentos a consumir, sin especificar el alimento exacto, así podrás tomar los alimentos que más te gusten. Recuerda variar siempre los alimentos dentro de un mismo grupo, es decir, no elijas siempre los mismos productos lácteos, carnes, pescados, verduras… Intenta hacer tu menú lo más variado posible.

Desayunos: Lácteo desnatado + Zumo de fruta o pieza de fruta pequeña + Cereales integrales o tostada integral.

Medias mañanas: Fruta o frutos secos o infusión o mini bocadillo.

Meriendas: Fruta o lácteo desnatado.

Almuerzos:

  • Lunes: Verdura + Carne blanca + Fruta.
  • Martes: Pasta integral con verduras + Ensalada + Fruta.
  • Miércoles: Crema de verduras + Huevo + Fruta.
  • Jueves: Caldo + Carne blanca + Fruta.
  • Viernes: Verduras + Pescado azul + Fruta.
  • Sábado: Carne roja + Verduras + Fruta.
  • Domingo: Arroz guisado con verduras + Ensalada + Fruta.

Cenas:

  • Lunes: Ensalada + Tortilla francesa + Fruta.
  • Martes: Crema de verduras + Pescado blanco + Fruta.
  • Miércoles: Ensalada + Embutido bajo en grasa + Fruta.
  • Jueves: Ensalada con atún + Yogur desnatado.
  • Viernes: Tomate + Tortilla de jamón de York + Fruta.
  • Sábado: Caldo desgrasado + Pescado blando + Fruta.
  • Domingo: Ensalada + Queso fresco + Fruta.

Test de intolerancia alimentaria: a examen

El boom de los test de intolerancia alimentaria

En los últimos años, quien más y quien menos ha oído hablar algo sobre los test de intolerancia alimentaria, han salido en las noticias, en revistas de moda y salud, e incluso nos los aconsejan cuando vamos a pedir consejo nutricional a herbolario, farmacia o centro de belleza integral. Pero, ¿qué son realmente estos test de intolerancia alimentaria? ¿Tienen rigor científico? ¿Se pueden utilizar como método para la pérdida de peso? ¿Cómo llegan a la conclusión de que tenemos “intolerancia” a un determinado alimento? Voy a intentar aclarar todas estas cuestiones, pues si no nos andamos con ojo, podemos caer en la trampa.

Lo primero que debemos saber es qué es una intolerancia alimentaria, cuál es su causa principal y en qué consiste su tratamiento. Las intolerancias alimentarias son un grupo de reacciones adversas a los alimentos en las que no está involucrado el sistema inmunitario. La causa principal es el déficit parcial o total de alguna enzima que impide metabolizar correctamente algunas de las sustancias presentes en los alimentos, como el gluten o la lactosa. La sintomatología clínica derivada de una intolerancia alimentaria es fundamentalmente digestiva y varía en función de la cantidad ingerida e incluso también varía a lo largo del tiempo. El tratamiento de una intolerancia alimentaria consistirá en suprimir o limitar la ingesta del alimento en cuestión y mantener una dieta equilibrada que asegure el aporte suficiente de todos los nutrientes.

¿Qué son los test de intolerancia alimentaria?

Los famosos test de intolerancia alimentaria no son más que unos simples test sanguíneos o por pulsos eléctricos (no se muy bien cómo consiguen detectar una intolerancia alimentaria con pulsos eléctricos…) que surgieron hace unos diez años y a los cuales se les atribuye la fabulosa capacidad de detectar reacciones de intolerancia a ciertos alimentos o grupos de alimentos, e incluso son capaces de detectar intolerancia a colorantes alimentarios y a otros aditivos utilizados por la industria de los alimentos.

Los más conocidos son los test ALCAT (Antigen Leukocyte Cellular Antibody Test), test sanguíneos, que se basan en la reacción que produce un alérgeno (ya sea alimento o aditivo) sobre las células sanguíneas, pudiendo afectar tanto al tamaño de dichas células como a su número. En función del alérgeno que se examine existen 2 tipos de estos test: uno de ellos es el que analiza el comportamiento de nuestras células sanguíneas frente a 100 de los alimentos más comunes en nuestra alimentación (por el módico precio de 350€) y el otro complementa al primero, realizando el estudio sobre 20 aditivos alimentarios (450€).

¿Qué tipo de alimentación nos plantea este tipo de test de intolerancia alimentaria?

La alimentación que se plantea tras realizar este tipo de test es una en la cual se excluyen los alimentos a los que, según los resultados obtenidos por propio test, somos supuestamente intolerantes.

Estas dietas pueden ser o no ser equilibradas en función del profesional que las paute. Lo más probable es que la persona que plantee la dieta no sea un experto en nutrición, pues su fin principal es vender su producto. Aún suponiendo que se trate de un nutricionista cualificado, es muy probable que nos paute dietas monótonas, que incluso pueden resultar peligrosas en muchos casos, especialmente si se plantean para niños. Una peculiaridad de este tipo de dietas es que no se mencionan las calorías a ingerir por cada paciente, lo que nos hace sospechar que no son nada fiables.

¿Sirven como método de adelgazamiento?

La mayoría de las empresas dedicadas a la venta de test de intolerancia alimentaria los venden como un método de adelgazamiento y la gente los utiliza creyendo que son realmente fiables e infalibles como método para adelgazar, pero actualmente no tienen ningún rigor científico. Perder peso sin hacer dieta y sin quemar calorías haciendo deporte es imposible, una utopía y una pérdida de dinero para aquellos que se someten a ellos.

Todas las Sociedades de Alergología e Inmunología Clínica del mundo, incluida la española SEAICrechazan abiertamente este tipo de test de intolerancia alimentaria, indicando que son ineficaces para este cometido.

Los defensores de estos test explican que la intolerancia alimentaria genera una importante retención de líquidos en el organismo, lo que provoca un aumento de peso en la persona “intolerante”. Además estas intolerancias alimentarias suelen provocar flatulencia o hinchazón del abdomen y digestiones algo pesadas, propias de una intolerancia alimentaria.

Hasta el día de hoy, sólo se han demostrado científicamente dos intolerancias a alimentos: la intolerancia a la lactosa y la intolerancia al gluten. Fuera de estas dos enfermedades, no podemos afirmar que algún otro alimento sea responsable de una intolerancia alimentaria y, por tanto, debemos rechazar el uso de estos test de intolerancia alimentaria.

Haz que tu apetito no controle tu vida

El hambre despierta tu apetito y desencadena la ingesta de alimentos

El “hambre” se ha definido como “el deseo de alimento generado por una sensación que proviene de la falta de ingesta de alimentos en el estómago”. De esta definición deducimos que el hambre puede entenderse como un impulso biológico que lleva a los individuos a buscar alimentos. Entonces, ¿en qué consiste el proceso fisiológico que regula la sensación de apetito en un individuo?

La sensación de tener hambre o apetito es importante en la decisión que vamos a tomar sobre qué alimentos y qué cantidad de ellos vamos a ingerir, así como en qué momento los ingeriremos. Tras la ingesta de los alimentos seleccionados, tiene lugar un pequeño momento en el cuál se reducirá la sensación de hambre y se estimularán una serie de procesos fisiológicos cuyo objetivo es frenar o detener dicha ingesta. La principal razón para dejar de comer es la ausencia de sensación de hambre o apetito, acompañada por una sensación de plenitud gástrica y por la presencia de hormonas intestinales implicadas en el proceso de la ingesta.

Pero la realidad es que el hambre o el apetito no es un proceso puramente fisiológico, sino que existe una gran variedad de factores que van a afectar de manera notable a nuestro comportamiento alimentario. Entre estos factores que afectan a nuestro apetito se encuentran:

  • La desinhibición.
  • La restricción voluntaria.
  • Factores socio-económicos como el nivel de educación o los ingresos de la familia.
  • Influencias ambientales como el tamaño de las raciones.
  • Factores sensoriales como estímulos visuales u olfatorios.
  • Factores cognitivos como son el aprendizaje, el seguimiento de las normas sociales y las consideraciones momentáneas.

A la vista de la creciente prevalencia de obesidad tanto en adultos como en niños, en toda la zona de occidente, resulta muy importante que la población en general sepa distinguir entre el hambre fisiológica y el hambre psicológica. Es decir, que se ingieran alimentos en función no de estímulos externos o influencias como puede ser el “comer por aburrimiento” o “porque se anuncia en televisión”, sino que debemos aprender a comer en función de un deseo real por ingerir alimentos como respuesta a una sensación real de hambre o apetito.

Macronutrientes y su capacidad saciante

Dos son los macronutrientes que mayor capacidad saciante presentan, aunque hoy en día tampoco está del todo claro cuál de ellos es el más saciante. Los macronutrientes saciantes son las proteínas y los carbohidratos complejos en forma de fibra dietética.

La fibra dietética constituye un componente de la dieta relevante en cuanto al control del peso corporal, ya que, por un lado produce tanto sensación de plenitud como de saciedad, lo cual conduce a una menor ingesta de alimentos y, por tanto, de energía. Por otro lado, el consumo de fibra dietética se asocia a una disminución de la absorción de macronutrientes o principios inmediatos.

El efecto saciante de las proteínas también está más que demostrado, pero aún está por determinar si todas las proteínas tienen el mismo efecto saciante, es decir, presentan la misma intensidad en cuanto a poder saciante. Parece ser que las proteínas procedentes de la leche son las de mayor poder saciante gracias a su composición en ácidos grasos ramificados y a la presencia de péptidos.

Calma tu apetito con tentempiés de alta densidad nutritiva

Los tentempiés pueden ayudar a controlar el apetito y con ello el peso corporal, además de mejorar otros parámetros bioquímicos de riesgo cardiovascular. Consumir alimentos frecuentemente puede ayudar también a prevenir la sobreingesta en las comidas. Además, los tentempiés suelen ser más ricos en carbohidratos y más pobres en grasas que una comida normal, por tanto su ingesta contribuye a mejorar la proporción carbohidratos/grasas de la dieta diaria.

Los alimentos ideales para picar entre horas y controlar el apetito son aquellos alimentos que presentan una alta densidad nutritiva. Dichos alimentos aportan pocas calorías en relación a la cantidad de nutrientes que contienen. Así, los alimentos con alta densidad nutritiva ayudan a cubrir las necesidades de nutrientes del organismo de un individuo, sin que ello suponga un alto aporte de grasas y calorías.

Por tanto, estos alimentos muestran beneficios no sólo por su composición nutricional, sino también por su papel en las dietas de pérdida de peso en las que es necesario controlar las calorías que se ingieren, ya que facilitarán una mejor regulación de los mecanismos de la saciedad.

La OMS (Organización Mundial de la Salud) incluye dentro de estos alimentos de alta densidad nutritiva a:

  • Cereales integrales, ya sea arroz, pan, pasta y derivados.
  • Productos lácteos bajos en grasas.
  • Frutas y hortalizas.
  • Frutos secos.
  • Legumbres.

Dieta y desgaste físico en un deportista

El desgaste físico de un deportista

El organismo de una persona siempre sufre un estado de desgaste físico sin importar si la actividad diaria que se realiza conlleva o implica un esfuerzo o no para nosotros. Ante esto, siempre vamos a necesitar recuperarnos lo mejor posible frente a este desgaste físico, dándonos el tiempo necesario para recuperar la energía que hemos gastado, descansando, relajándonos y preparándonos física y mentalmente para una nueva jornada.

Factores como el tipo de ejercicio que se realiza (ya sea contínuo o intermitente), el tipo de dieta que se ingiera, el grado de entrenamiento que se realiza, las enfermedades previas que se padezcan y la intensidad y duración de la prueba que se lleva a cabo, van a influir directamente en el desgaste físico que sufra un deportista.

Dieta y desgaste físico en un deportista

Uno de los factores que más van a afectar al desgaste físico de un deportista va a ser la dieta. Una dieta rica en carbohidratos optimiza el uso de los mismos durante el ejercicio. Una dieta rica en grasas, aumenta el uso de ácidos grasos durante el ejercicio, pero también disminuye la posibilidad de mantener una buena intensidad en el tiempo, por lo que finalmente no va a mejorar la actuación del deportista durante la competición.

Se ha demostrado que el metabolismo de una persona se ve afectado en función del nivel de entrenamiento que realice. Sabemos que con el entrenamiento se mejora la condición física del deportista, pero también debemos saber que se mejora su metabolismo, pudiendo así un atleta o deportista aprovechar de una más eficaz los nutrientes energéticos que consume.

En función del deporte que se practique y de sus cualidades específicas de fuerza, resistencia, velocidad o las combinaciones entre ellas, las características de la dieta deberán ser diferentes. Cuando una alimentación está mal balanceada o es deficiente, el organismo sufre en el periodo inicial una serie de alteraciones metabólicas, bioquímicas y fisiológicas que pueden contribuir a disminuir su rendimiento y adaptación al entrenamiento. Si esta dieta mal balanceada se mantiene en el tiempo, dará lugar a cambios patológicos, con o sin manifestaciones clínicas, lo que puede derivar en un síndrome de fatiga crónica y/o de sobreentrenamiento.

La ración de nutrientes que un deportista necesita durante el entrenamiento debe ser tan equilibrada como la de un individuo que no realiza competición y se encuentra en fase de reposo, viéndose obviamente incrementada esta ración de manera cuantitativa y cualitativamente según las necesidades propias de cada deportista en su especialidad.

Aunque una alimentación equilibrada es la clave para tener éxito durante el periodo de entrenamiento, en tiempos de competición es importante ingerir nutrientes más específicos. Así se minimizan al máximo los daños del desgaste físico. Según esto, el deportista debe:

  • Asegurar niveles adecuados de azúcar en sangre.
  • Proveer el nivel recomendable de hidratación, por eso hay que beber suficientes líquidos antes, durante y después del evento deportivo.
  • Ingerir alimentos de fácil y rápida digestión.
  • Permitir que transcurra el tiempo necesario para la digestión: 3-4 horas si la comida fue pesada, 2-3 horas si fue una comida ligera y 1-2 horas si fue sólo un refrigerio o una comida licuada o líquida.
  • Seleccionar alimentos con los que el atleta o deportista está familiarizado, ya que favorecen una digestión más rápida y sencilla.
  • Son preferibles alimentos ricos en carbohidratos como pastas, cereales, pan, fruta y galletas, sobre todo en el momento anterior a la competición.
  • Hay que limitar el consumo de alimentos ricos en azúcar, ricos en grasas y ricos en fibra, así como los alimentos muy condimentados o picantes y evitar en todo caso las bebidas alcohólicas.
  • Al finalizar el ejercicio, es fundamental tomar alimentos ricos en carbohidratos, especialmente si hay otra competición al día siguiente e ingerir cantidades suficientes de agua para rehidratar el organismo.

Comer sano en McDonald’s es posible

EL FAST FOOD DE MCDONALD’S

Me atrevería a afirmar que casi el 100% de la población perteneciente a países desarrollados ha comido alguna vez en su vida una hamburguesa en uno de los restaurantes de la cadena McDonald’s. Los motivos pueden ser muy diversos: unos lo habrán hecho porque les encanta este tipo de comida, otros porque les resulta muy cómodo y barato,  algunos porque los amigos o la familia se empeña en ir a comer allí un viernes por la noche y muchos por necesidad, sobre todo cuando estamos de vacaciones en un país extranjero y no sabemos muy bien dónde comer o qué elegir (los productos de McDonald’s tienen la ventaja de que son más o menos los mismos en cada uno de los restaurantes que hay repartidos por todo el mundo).

Desde los inicios de la cadena de restaurantes McDonald’s, se empezó a llamar a la comida que preparaban “Fast Food“, “Comida Rápida” o “Comida Basura“. Esto es así debido a la oferta de alimentos que presentan. En su mayoría se trata de alimentos ricos en grasas saturadas, colesterol, azúcares simples y sal. Esto se debe a los ingredientes que se utilizan y al modo de preparación de sus comidas. McDonald’s emplea muchas salsas para condimentar tanto sus hamburguesas como sus ensaladas, e incluso utiliza salsas dulces para postres como los helados. Además, la mayoría de los menús nos los presentan acompañados de patatas fritas y algún refresco azucarado y carbonatado. Pero como ocurre en cualquier otro restaurante, sea del tipo que sea, la elección final está en manos del consumidor.

 

COMER SANO EN MCDONALD’S ES POSIBLE

A pesar de tratarse McDonald’s de un restaurante “Fast Food” o de “Comida rápida”, si sabemos elegir bien los productos a consumir, seremos capaces de alimentarnos de una manera saludable en cualquiera de sus establecimientos. Sólo no debemos dejarnos llevar por las fabulosas fotografías de hamburguesas perfectas que vemos frente al mostrador (cuando te sirven la tuya nunca es igual a la de la foto y a veces ni siquiera se parece). Habrá que detenerse un poco y dedicar unos minutos a leer atentamente toda la oferta de comidas que tenemos a nuestra disposición, para después poder elegir aquellas combinaciones de alimentos que mejor se adapten a nuestras necesidades y a lo que realmente queremos tomar.

Es muy importante que tengamos siempre en cuenta que si pretendemos no ingerir demasiadas calorías en un almuerzo o una cena realizada en McDonald’s, deberemos conocer de una manera aproximada el valor energético (calorías) de los productos que tenemos ante nosotros. Conociendo dicho valor energético podremos adaptarnos a nuestras necesidades de energía para un almuerzo o una cena.

Para entenderlo con más facilidad, os planteo un ejemplo práctico. De manera general, la cantidad de calorías que debemos ingerir durante un almuerzo debe ser el 35% del total de calorías y durante una cena, el 25% . Para una persona con actividad moderada, que tiene una tasa metabólica total de 2000 Kcal (esta tasa depende de factores como edad, sexo, altura, peso, actividad física o porcentaje de grasa corporal), las calorías que debe ingerir en un almuerzo no deben ser superiores a 700 Kcal y durante una cena, 500 Kcal. Aunque estas cifras van a estar muy influenciadas por el nivel de actividad física que realiza el individuo en cuestión. Si la persona tiene un nivel de actividad física más alto, quemará más energía a lo largo del día y, por tanto, podrá comer un poco más en cada una de sus comidas. Si la persona es sedentaria y no tiene actividad física durante el día, sus necesidades energéticas serán menores, quemará menos energía a lo largo del día y deberá reducir la ingesta calórica en sus comidas.

La clave de toda alimentación equilibrada se sustenta bajo dos pilares:

  • Equilibrio de nutrientes ingeridos: Las proporciones adecuadas de ingesta de nutrientes a lo largo del día deben ser 10-15% proteínas, 25-30% grasas, 50-55% hidratos de carbono.
  • Equilibrio energético: Las calorías ingeridas a lo largo del día deben ser iguales a las calorías quemadas, es decir, el balance energético entre ingesta y gasto debe ser nulo (igual a cero).

Si no respetamos estas dos máximas de la alimentación equilibrada estaremos ante un desequilibrio nutricional, que puede presentarse tanto en un aumento de peso y un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, como en una pérdida de peso y desnutrición.

Ambos extremos pueden darse incluso cuando uno se alimenta en un restaurante McDonald’s. Dos experimentos llevados a cabo en Norte América nos explican cómo una mala o buena elección de los productos McDonald’s puede afectar a nuestro peso y, en consecuencia, a nuestra salud.

El primero de ellos dio la vuelta al mundo por los increíbles resultados obtenidos. En 2004, Morgan Spurlock se alimentó durante 30 días de las comidas que ofertaban en McDonald’s. Allí realizaba 3 comidas al día, desayunaba, almorzaba y cenaba. Él lo hizo un poco a lo loco y sin cabeza, eligiendo siempre las comidas más calóricas y los menús más grandes. Os hablo del documental Super Size Me. El día 1 del experimento, Spurlock estaba completamente sano y pesaba 84’1 kg. Pasados los 30 días, su peso aumentó 11’1 kg. Además de este notable aumento de peso, Spurlock experimentó cambios de humor (la comida basura aumenta el riesgo de depresión), disfunción sexual y daños en su hígado. Tardó 5 meses en recuperarse totalmente y en bajar los kilos cogidos durante esos 30 días de experimento.

El otro experimento está completamente en contraposición a éste. Lo llevó a cabo el profesor John Cisna, que pretendía demostrar que adelgazar también es posible si te alimentas únicamente de la comida de McDonald’s. Él, durante 90 días estuvo desayunando, almorzando y cenando en restaurantes McDonald’s, pero a diferencia de Spurlock, lo hizo con cabeza, sabiendo qué elegir y qué tamaños eran los adecuados para no sobrepasar las 2000 Kcal/día que debía consumir y conseguir así bajar de peso. Para hacer esta tarea de pérdida de peso más efectiva empezó a realizar algo de actividad física de manera moderada, caminando cada día unos 45 minutos. Así consiguió quemar cada día un extra de 200-300 Kcal, lo suficiente para que el peso fuese descendiendo. Los resultados fueron asombrosos, pues tras esos 90 días, Cisna logró perder 16 kilos y sus niveles de colesterol sanguíneo descendieron de 249 a 170.

CONOCE LA INFORMACIÓN NUTRICIONAL DE MCDONALD’S

“El compromiso de Calidad de McDonald’s se basa en servir a diario productos recién elaborados y seguros a sus clientes. Sabemos que la calidad del producto y la seguridad alimentaria son fundamentales para nuestros clientes. Nos tomamos muy en serio su satisfacción así como la confianza que depositan en nosotros cada vez visitan uno de nuestros restaurantes.” Este párrafo lo podemos encontrar entrando directamente en la sección de calidad de la web de McDonald’s España.

Los controles tanto de calidad como de higiene y seguridad alimentaria o nutricionales a los que están sometidos constantemente los restaurantes McDonald’s, los hacen unos de los más seguros y de mayor calidad a los que puedas ir en todo el mundo, a pesar del tipo de comida que ofertan. Yo personalmente, me fío más de la calidad e higiene de un restaurante McDonald’s, antes que de cualquier otro restaurante que pueda encontrar en cualquier ciudad del mundo, y McDonald’s quiere que conozcas su compromiso y que sepas que lo indicado en el párrafo anterior es realmente cierto.

Además, ya podemos encontrar en su web la información nutricional de cada uno de sus productos. Para conocerla debemos ir a la sección sandwiches y seleccionar el que más nos interese. Incluso ya ponen toda esta información nutricional en los envases de cartón que envuelven las hamburguesas. En la web de España, sólo vienen representados los valores de energía, grasas, hidratos de carbono, proteínas, sal. Sin embargo, en la web original de USA permiten la descarga de unas hojas informativas donde se detallan todos los valores de calorías, grasas, colesterol, carbohidratos, sodio, fibra alimentaria, azúcares, proteínas, vitaminas A y C, calcio y hierro. Si aprendemos a utilizar la información nutricional que McDonald’s nos brinda sobre sus productos, seremos capaces de alimentarnos de manera saludable en cualquiera de sus restaurantes.

TU DECIDES QUÉ COMER EN MCDONALD’S

Como he dicho antes, el consumidor es el que tiene la última palabra a la hora seccionar aquello que va a tomar, y aunque te den ofertas que a simple vista son muy apetitosas y tentativas, siempre puedes elegir la variante de hamburguesa o menú más saludable.

Lo primero que debes tener claro es que el tamaño normal de hamburguesa o menú es suficiente para cubrir tus necesidades energéticas. A la hora de pedir ante el mostrador siempre te pondrán el tamaño grande de todo, que vale 60 céntimos más que el tamaño normal. Lo típico es pensar “por tan sólo 60 céntimos más, me llevo un menú mucho más grande, ¡valla chollo!”. Esta es una idea errónea, pues la gula es la que habla por nosotros. Estaremos ingiriendo unas 200-300 kcal extra (dependiendo de cada elección) y al final resultará muy difícil terminar toda la comida que hemos pedido. Dejad claro en el mostrador que queréis el tamaño normal, no el grande.

A la hora de elegir patatas fritas como acompañamiento a vuestra hamburguesa, pensadlo dos veces. ¿Realmente os gustan las patatas congeladas y fritas que ponen en McDonald’s? La mejor opción será siempre una ensalada con vinagreta, que nos aporta un toque de frescor y mucha fibra.

Cuando os pregunten ¿quiere más ketchup? ¿Quizás salsa mahonesa o mostaza? Responded que no. La cantidad de salsas que le ponen por defecto a todas las hamburguesas debe ser más que suficiente. Incluso, si queréis, podéis pedir en el mostrador que vuestra hamburguesa no lleve salsa. Así estaremos reduciendo un poco las calorías que aporta la hamburguesa.

Por supuesto, olvídate de los complementos a tu menú, es decir, de esos “snacks” que nos ofrecen a muy buen precio, que en principio parece poca cantidad y que por tanto nos podremos comer sin problema alguno, pero que son altamente calóricos y grasos. Incluso como complemento opcional a tu menú McDonald’s puedes elegir ¡otra hamburguesa! Esto es de locos…

Si quieres seguir en la línea de comer sano en McDonald’s, lo último que te queda es saber elegir tu bebida. El agua es una muy buena opción, aunque también puedes optar por beber un refresco light (0 Kcal). Si te decides por elegir un zumo de fruta, debes saber que esta bebida tiene muchos azúcares añadidos y que estarás aumentando la ingesta calórica.

Desde hace unos años McDonald’s ha incorporado a su oferta para postres, fruta natural. Ésta sería la que debemos pedir para terminar con nuestro menú equilibrado.

Ya sabes, tú decides qué comer en McDonald’s.

Las vitaminas antioxidantes de los alimentos

El mundo de las vitaminas

Las vitaminas se definen como compuestos orgánicos que es necesario ingerir con la dieta en pequeñas cantidades para mantener las funciones corporales fundamentales, como son el crecimiento, el desarrollo, el metabolismo y la integridad celular.

Junto con los minerales, las vitaminas pertenecen al grupo de los micronutrientes, ya que al no utilizarse como combustible energético o con propósitos estructurales, se necesitan en cantidades mucho más pequeñas que los hidratos de carbono, los lípidos y las proteínas (conocidos estos tres nutrientes como macronutrientes).

En los alimentos vamos a encontrar diferentes tipos de vitaminas:

  • Ocho sustancias del denominado complejo vitamínico B: tiamina, riboflavina, piridoxina, niacina, cobalamina, folato, biotina y ácido pantoténico.
  • Vitamina C o ácido ascórbico
  • Vitaminas liposolubles: A, D, E y K.

Algunas de ellas no son estrictamente esenciales, es decir, no deben ingerirse obligatoriamente a través de la alimentación, ya que el organismo es capaz de sintetizarlas. Así, la vitamina D es sintetizada por la piel expuesta a la luz solar y la niacina se sintetiza a través del aminoácido triptófano.

Todas las vitaminas del complejo B, la vitamina C y la vitamina (una vez reducida) se requieren como coenzimas o como componentes de coenzimas y participan en numerosas reacciones metabólicas. Las otras funciones de las vitaminas son más variadas. La vitamina D es el precursor del 1,25-dihidroxicolecalciferol, un compuesto esencial en el desarrollo y modelado del tejido óseo y, en numerosas funciones celulares de otros tejidos. La vitamina A se requiere para la formación del 11-cis-retinal que actúa como un pigmento visual. La vitamina E es un antioxidante lipídico y la vitamina C actúa como un antioxidante en sistemas hidrofílicos (que presentan afinidad con el medio acuoso).

Vitaminas antioxidantes de origen alimentario

Vitamina C

Es un antioxidante hidrosoluble con un alto poder reductor. Actúa como cofactor para numerosas enzimas implicadas en la biosíntesis de colágeno, carnitina y algunos neurotransmisores. La vitamina C se considera esencial, ya que no puede ser sintetizada por el organismo humano y, por tanto, se debe ingerir esta vitamina a través de la alimentación.

Esta vitamina se haya muy extendida en la naturaleza, pero se encuentra principalmente en los alimentos de origen vegetal. En general, todas la frutas y verduras la contienen en mayor o menor cantidad, siendo escaso su contenido en los cereales. Las frutas más ricas en vitamina C son las ácidas (kiwi, fresas, grosellas, mango, naranja), ya que el pH bajo (ácido) estabiliza la vitamina C. En los alimentos de origen animal, la cantidad de vitamina C que está presente es escasa, aunque aparece en vísceras como hígado, riñón y cerebro.

Esta vitamina C ha sido y es objeto de numerosas investigaciones científicas. Se la considera involucrada en la curación y prevención de enfermedades como el escorbuto y el resfriado común. Actualmente se la relaciona con otras enfermedades como el cáncer, la aterosclerosis, enfermedades inmunológicas…

 

Vitamina E

El término “vitamina E” se utiliza para referirse a todos los tocoferoles (existen 8 tipos diferentes de tocoferoles), aunque el alfa-tocoferol es el que tiene una actividad biológica más elevada, lo que lo hace el miembro más importante del complejo vitamínico E.

La vitamina E es un antioxidante muy efectivo en la protección de los ácidos grasos insaturados y otras sustancias muy susceptibles a la oxidación. Además, los tocoferoles actúan en el organismo estabilizando otras vitaminas, en particular la vitamina A. Entre las propiedades más destacables de la vitamina E se encuentran la estabilización de las membranas biológicas, la inhibición de la agregación plaquetaria, la protección frente a la hemólisis y un efecto sobre actividades enzimáticas. De estas propiedades se deriva su implicación en enfermedades tales como cataratas, cáncer, diabetes mellitus, alteración de la respuesta inmunológica o enfermedad de Alzheimer.

La vitamina E está ampliamente distribuida en la naturaleza. Como fuentes ricas en vitamina E pueden citarse los aceites vegetales de soja, maíz, oliva, semilla de algodón y cártamo, así como los productos alimenticios derivados de dichos aceites, como pueden ser las margarinas y mayonesas. Además también encontramos vitamina E en el germen de trigo, las nueces y otros cereales. En lo referente a las plantas, la vitamina E se localiza en las hojas y partes más verdes, y en los animales, en el tejido adiposo (grasa).

Otros compuestos antioxidantes presentes en los alimentos

Coenzima Q10

Desde el punto de vista químico, la CoQ10 es un lípido que puede provenir de la dieta o puede formarse mediante síntesis endógena en el organismo. Su principal localización en el organismo es en la membranas celulares, pero también podemos encontrarla formando parte de la molécula de LDL.

Su principal función es como antioxidante frente a la peroxidación lipídica, lo que hace que una de sus mayores aplicaciones sea en dolencia cardíacas, como la insuficiencia cardíaca. Así, la suplementación con CoQ10 en pacientes que presentan insuficiencia cardíaca, da lugar a una mejoría en la función del miocardio (corazón).

Dentro de la naturaleza, el CoQ10 está ampliamente distribuido, pudiendo encontrarse en muchos tejidos tanto vegetales como animales. En alimentos de origen animal destaca su contenido en la carne de ternera, pollo, cerdo, corazón del cerdo, pescado, huevos y leche. Entre los alimentos de origen vegetal podemos mencionar los aceites vegetales, coliflor, pero y naranja.

Flavonoides

Los flavonoides son pigmentos naturales que protegen al organismo del daño producido por agentes oxidantes, como pueden ser los rayos ultravioleta, sustancias tóxicas presenten en los alimentos, la contaminación ambiental, etc. Muchos trabajos demuestran su efecto beneficioso contra muchas enfermedades, sobre todo de tipo cardiovascular y oncológicas (protegen al ADN de la oxidación). Según su estructura química diferenciamos entre: flavanos, flavonoles, flavonas y antocianinas.

Los flavonoides se encuentran en frutas, verduras, semillas y flores, así como en cerveza, vino, té verde, té negro y soja.

Resveratrol

Es un polifenol que se encuentra principalmente en la piel de las uvas y, en menor cantidad, en los cacahuetes. Este compuesto presenta un efecto cardioprotector al inhibir la oxidación de las LDL, la agregación plaquetaria y la síntesis de eicosanoides.

Estudios recientes demuestran también su función como quimioprotector al inhibir mecanismos celulares relacionados con la iniciación, promoción y protección del cáncer. El resveratrol actúa como un agente antimutagénico.

Compuestos fenólicos

En los últimos años se ha prestado gran interés a los compuestos fenólicos presentes en el aceite de oliva virgen por su gran actividad antioxidante. Un efecto importante de estos compuestos fenólicos es su papel en la defensa antioxidante celular y como agentes preventivos o terapéuticos en el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares. Por su poder antiinflamatorio, ejercen un efecto inhibidor del proceso inflamatorio y de las moléculas de adhesión, a la vez que limitan la oxidación de las LDL, disminuyendo así su poder aterogénico.

Qué debes comer según tu trabajo

La alimentación que seguimos debe estar adaptada al trabajo que realizamos

La forma más inteligente de combinar “salud” y “trabajo” es adaptar nuestra vida laboral (horarios, intensidad, disponibilidad, esfuerzo y comodidad) a una dieta equilibrada, variada y completa. Así mejoraremos nuestro rendimiento en el trabajo, reduciremos la fatiga acumulada tras la jornada laboral, gozaremos de un cuerpo más sano y tendremos un mayor nivel de bienestar.

En función del ritmo de vida de cada individuo, de los horarios, del tipo de trabajo, del esfuerzo realizado para desarrollar ese trabajo, de las complexión de la persona y de las condiciones propias de cada uno, se debe planificar una dieta adaptada que permita cubrir las necesidades nutricionales específicas.

Una alimentación monótona en la que se repitan frecuentemente los mismos alimentos, o en la que falten algunos de los nutrientes indispensables y esenciales para el organismo puede desembocar en la aparición de determinados síntomas como pueden ser: cansancio excesivo, falta de reflejos, falta de interés por las cosas, irritabilidad, etc. Todas estas situaciones mejoran indudablemente cuando se sigue una alimentación adecuada.

Dime en qué trabajas y te diré qué debes comer

Trabajos sedentarios. Son aquellas actividades profesionales que no exigen un incremento extra de calorías, pues las personas que los realizan han de permanecer sentadas gran parte de su jornada laboral o prácticamente todo el día y, además, se desplazan siempre en coche. Forman parte de este grupo de trabajo: personal de oficina, comerciales, taxistas y conductores de autobús.

No debe faltar en su alimentación diaria: una ensalada de verduras crudas, un plato de verdura cocinada y tres raciones de fruta. Cada semana deben tomar: un plato de legumbres, arroz, pasta y patata. 2 días a la semana deben consumir carne y otros 2 días, pescado. Además no se deben olvidar de incluir huevos y lácteos en su alimentación. También es muy importante hidratar el organismo, fundamentalmente mediante agua, aunque se podría sustituir el agua por otro líquido como pueden ser las infusiones, los zumos y los caldos.

Trabajos de gran esfuerzo. Incluimos en este grupo los trabajadores de la construcción, agricultores, personas que trabajan en la industria, deportistas profesionales, repartidores… En todos estos casos, donde las personas realizan un gran esfuerzo a lo largo del día, la dieta debe contener una cantidad suficiente de calorías para compensar el gasto que conlleva el trabajo realizado.

Si la persona se somete diariamente a estrés de tipo psíquico, las necesidades energéticas no serán tan elevadas como en los casos de estrés físico. Lo importante en casos de estrés psíquico es que la dieta contenga una cantidad suficiente de todos los nutrientes esenciales que el organismo necesita para tener un buen funcionamiento del sistema nervioso.

La recomendación más importante para todas aquellas personas que realizan un gran esfuerzo físico e intelectual, consiste en controlar el déficit de vitaminas y minerales, por esto es fundamental que su dieta sea lo más variada posible y equilibrada. Pueden aumentar el consumo de alimentos ricos en triptófano, que es un aminoácido esencial necesario para la producción de melatonina y serotonina, neurotransmisores que participan en el ciclo del sueño y que en nuestro estado de ánimo, y por tanto, nos ayudarán a relajarnos y a estar más positivos.

En la dieta de estas personas no debe faltar: leche, carne, pescado y huevos. También serán imprescindibles los carbohidratos contenidos en el arroz, la pasta, las patatas, el pan y las legumbres. Estos carbohidratos estimulan la secreción de insulina, la cual es una hormona que aumenta la disposición de triptófano en el organismo, lo que favorece la producción de serotonina conocida comúnmente como “la hormona de la felicidad”. Para reponer fuerzas y que no decaiga el ánimo de estos trabajadores a lo largo del día, se pueden tomar sustancias estimulantes como el café, el té o el chocolate.

Trabajos con horarios especiales y turnos. Englobamos a todas aquellas personas que trabajan por turnos o en determinadas franjas horarias y que tienen que adaptar su alimentación en función del horario laboral que siguen. Estaríamos en el caso de los trabajadores de la salud pública como enfermeros y médicos, basureros, personal de la industria química, siderúrgica o alimentaria. Está comprobado que las personas que trabajan en un horario especial nunca logran adaptar su ritmo de vida a su horario o turno de trabajo. Esto tiene repercusiones negativas en la salud de la persona.

Lo normal es que estas personas consuman bocadillos con alimentos generalmente grasos (tipo embutidos) y los acompañen de bebidas excitantes como el café o la Coca-Cola. Es recomendable que todas estas personas amplíen su abanico de comidas, procurando seguir una alimentación más variada. Una muy buena idea es utilizar tuppers que podemos preparar el día anterior en casa. En ellos vamos a poder conservar cualquier tipo de alimento, ensaladas, carnes, pescados, sopas, cremas… Además es bueno acompañar estas comidas con un pequeño trozo de pan y algún postre, ya sea fruta o un lácteo. No hay que olvidarse de mantener siempre el cuerpo bien hidratado por dentro, el agua, será siempre la mejor opción.

Si eres de los que tienen este tipo de trabajo u horario, lo aconsejable es almorzar cuando te levantes, que será generalmente a mediodía, merendar antes de entrar al trabajo, cenar tarde durante el trabajo y desayunar antes de ir a dormir. Si este horario de turnos o nocturno es tan solo ocasional, lo ideal es no alterar tus hábitos alimentarios.

Trabajos que exigen comer fuera de casa. Muchas personas, por su actividad laboral o trabajo, no pueden comer cada día en casa y deben hacerlo en comedores de empresa, restaurantes, bares o establecimientos de autoservicio. En estos casos, es conveniente tener unas ciertas nociones básicas sobre alimentación saludable y equilibrada que nos sirvan para escoger siempre la opción más sana y apropiada.

Otra opción sería preparar la comida en casa y transportarla al trabajo conservada adecuadamente en un tupper. En esta última opción, el problema suele ser la falta de tiempo para preparar una comida más o menos elaborada. Lo más fácil y rápido es preparar una ensalada, aunque siempre seleccionamos los mismos ingredientes para elaborarlas y terminan resultando muy monótonas. Un manera sencilla de enriquecer tus ensaladas es variando cada día las verduras y agregar huevo, legumbres, frutas, quesos, frutos secos y semillas. De esta manera tus ensaladas serán tan completas que pueden hacer la función de plato único.

Cuando comas en restaurantes procura elegir platos ligeros y equilibrados, incluso si comes en un restaurante de comida rápida. Una sopa fría o una ensalada pueden ser tus entrantes, y como segundo plato o plato principal escoge entre alguna verdura cocinada, algo de carne o de pescado. Recuerda pedir siempre fruta de postre.

Únete a la alimentación bio o dieta ecológica

El perfil de la alimentación Bio

La alimentación bio o dieta ecológica está basada fundamentalmente en el consumo de productos orgánicos, frescos y que están libres de residuos químicos tóxicos, ya que para su cultivo y producción no se utilizan productos químicos tales como pesticidas, antibióticos o fertilizantes de origen no natural. En definitiva, se trata de una alimentación limpia y natural.

Practicar este tipo de alimentación bio suele ir unido a una modificación de los hábitos y del estilo de vidade la persona. Una cosa no puede darse sin la otra. Por lo general, para poder seguir esta dieta ecológica o alimentación Bio debemos estar muy concienciados con el medio ambiente y con nuestra propia salud, es por eso que se aconseja:

  • Hacer ejercicio de manera moderada y con regularidad.
  • Incluir en la alimentación diaria varias piezas de fruta y verdura, evitando consumir alimentos precocinados y/o procesados por la industria alimentaria, con lo que se consigue evitar de esta manera consumir aditivos alimentarios de origen químico.
  • Controlar la ingesta de sal de mesa, usando sólo sal marina sin tratar y especies para potenciar el sabor de las comidas.
  • Beber mucha agua a lo largo del día, para estar bien hidratado y ayudar a depurar el cuerpo.
  • Evitar, en la medida de lo posible, el uso del vehículo para sus desplazamientos, a favor de medios de transporte más respetuosos con el medio ambiente como pueden ser el transporte público o la bicicleta.
  • Llevar una vida ordenada y organizada, controlando el nivel de estrés y sabiendo diferenciar el tiempo del trabajo con el tiempo de disfrute y de descanso personal.

Los básicos de la alimentación bio

La dieta ecológica o alimentación bio debe tener como base alimentos tales como frutas, verduras, hortalizas, legumbres, productos lácteos, carnes, pescados y huevos. Ciertos alimentos procedentes de la dieta vegetariana como el tofu, el miso o las algas, están también permitidos, siempre y cuando no estén procesados por la industria.

Como productos alimenticios que no se deben incluir dentro de la alimentación bio encontramos todos aquellos que están refinados, como serían las harinas refinadas y el azúcar, así como todos los alimentos que las contengan. Tampoco se incluyen los aditivos alimentarios químicos, por lo que todos los productos envasados, precocinados y procesados que los contienen dentro de sus ingredientes, no son aptos para aquellos que siguen la dieta ecológica.

Ventajas e inconvenientes de la alimentación bio

La ventaja más reseñable de la alimentación bio es la que hace referencia a nuestra salud. El hecho de consumir productos alimenticios que no contienen aditivos o conservantes, que no se han usado pesticidas o plaguicidas químicos para su producción, y que no contengan hormonas o metales pesados, es una gran noticia para nuestra salud y nuestro organismo.

Los productos bio, además de ser más sanos, también son más sabrosos y contienen una mayor proporción de nutrientes que aquellos productos que no son bio. Esto los hace una muy buena opción a la hora de alimentarnos.

El mayor inconveniente que presenta la alimentación bio, es su coste económico. La producción de alimentos de manera más natural y sin ayuda de compuestos químicos es más caro que si estos se utilizaran. Este aumento de precio hace que mucha gente no pueda permitirse seguir las pautas de alimentación bio. Además, no en todos los mercados o superficies los encontramos, lo que también complica su adquisión.

Mis 10 razones para seguir una alimentación bio

De manera esquemática y muy resumida, mis 10 razones para consumir alimentos bio son las siguientes:

  1. Son saludables.
  2. No contienen aditivos químicos.
  3. No contienen pesticidas ni antibióticos.
  4. No contienen material genético modificado.
  5. Tienen máximo nivel de calidad.
  6. Son sostenibles con el medio ambiente.
  7. Son respetuosos con los animales.
  8. Son respetuosos con la naturaleza.
  9. Son más sabrosos.
  10. Son más nutritivos.

Aceite de coco: la grasa de moda

¿Qué es el aceite de coco?

El verano pasado se puso muy de moda el beber agua de coco, por sus características nutricionales. Rara era la persona que no lo había probado o no había oído hablar de ese agua. Unos cuantos meses después aparece el boom del aceite de coco. Todo el mundo habla de él y lo utiliza tanto como cosmético como grasa para cocinar. Pero, ¿sabemos realmente qué es el aceite de coco y por qué es tan bueno consumirlo? Vamos con un poco de teoría.

El “aceite de coco” también se conoce como “manteca de coco” ya que, a pesar de ser una grasa vegetal, su composición grasa hace que a temperatura ambiente suela estar solidificado, adquiriendo una apariencia untuosa similar a la de una manteca de cerdo o una mantequilla. El aceite de coco es una sustancia 100% grasa que contiene alrededor de un 85% de ácidos grasos saturados, extraídos mediante prensado de la pulpa de los cocos.

Su perfil lipídico o composición de ácidos grasos está representado en su mayoría por ácidos grasos de cadena media (MCT), que cruzan fácilmente las membranas de las células y llegan al hígado, donde serán almacenadas como grasa de reserva. Si desglosamos el perfil lipídico del aceite de coco, vemos que dentro de sus ácidos grasos de cadena media (MCT) encontramos:

  • 49% ácido láurico (12:0).
  • 8% ácido caprílico (8:0).
  • 7% ácido cáprico (10:0).
  • 2% ácido esteárico (18:0).
  • 6% ácido oléico (18:1).
  • 2% ácido linoleico (18:2).

Como podemos observar, prácticamente el 50% de la composición del aceite de coco se corresponde con el ácido láurico, que tiene unas propiedades muy especiales, pues fortalece el sistema inmune gracias a su capacidad antivírica y antibacteriana, lo que nos ayuda a protegernos frente a infecciones producidas por bacterias y hongos.

Lo que nos dijeron del aceite de coco

Unos cuantos de años atrás, estuvo muy en tela de juicio el uso de aceite de coco con fines alimenticios. Incluso se llegó a afirmar que el consumo continuado de aceite de coco podría estar muy relacionado con la aparición de determinadas enfermedades cardiovasculares o derrames cerebrales. ¿Cómo se llegó a estas conclusiones? ¿Qué tipo de estudios se realizaron?

Pues bien, el estudio que abrió la caja de Pandora y desató el caos, simplemente pretendía observar cuáles eran los resultados obtenidos tras someter a una serie de ratas a una dieta en la hubiese un claro déficit de ácidos grasos esenciales, como son los ácidos grasos omega-3 y los omega-6.

Los científicos encargados de dicho estudio debían encontrar un aceite o grasa que sirviese como alimento de las ratas para poder poner en marcha su experimento. Analizaron los diferentes tipos de grasas animales y vegetales que existen, y descubrieron que el aceite de coco tenía un perfil lipídico muy similar a lo que ellos estaban buscando. El único problema que encontraron con el aceite de coco era que una pequeña proporción de sus ácidos grasos es insaturada (contiene ácido oléico y ácido linoléico) y de este modo no lograrían unos resultados 100% fiables.

¿Cuál fue la solución que encontraron ante este contratiempo? Se les ocurrió que debían convertir en saturados esos ácidos grasos insaturados. El modo de hacerlo era a través de una modificación en la estructura de los ácidos grasos, que se consigue añadiendo moléculas de hidrógeno. De esta manera, se obtienen grasas saturadas con configuración TRANS, o también podríamos llamarlo aceite de coco hidrogenado. Et voilà! ¡ya tenían el alimento prefecto para su estudio!

El experimento se puso en marcha y los científicos no se dieron cuenta de que, sin quererlo, habían recreado el escenario perfecto para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares: déficit de ácidos grasos esenciales + aporte de ácidos grasos trans.

La conclusión a la que llegaron los científicos del estudio fue la siguiente: “la falta de ácidos grasos esenciales aumenta los niveles de colesterol y produce enfermedades coronarias”. Inmediatamente todos los noticieros y revistas científicas lanzaban sus titulares: “dietas basadas en grasas saturadas como el aceite de coco produce enfermedades de corazón”.

La interpretación errónea de los resultados obtenidos en este estudio, hizo que durante muchos años el aceite de coco dejase de utilizarse con fines alimenticios, aunque sí se siguió su uso con fines cosméticos.

Lo que hoy sabemos del aceite de coco

Con el paso de los años numerosos estudios han ido desmintiendo aquello que se afirmó hace tiempo. Hoy en día se ha demostrado que no existe relación entre el consumo de grasas en general y un mayor desarrollo de enfermedades.

Además se ha estudiado ampliamente el aceite de coco en particular y son muchas las propiedades que se le adjudican a su consumo. Se sabe que el aceite de coco eleva el colesterol-HDL y la interleucina 1 (IL-1), mejorando así el perfil lipídico sanguíneo, produciendo efectos antiinflamatorios y mejorando también la respuesta a la insulina.

Por su perfil lipídico o composición en ácidos grasos, el aceite de coco es una de las grasas más estables que podemos utilizar para cocinar, tanto en caliente como en frío, pues con la aplicación de altas temperaturas no se altera ni tampoco sufre procesos de oxidación.

La mayoría de los estudios recientes, aseguran que el aceite de coco tiene un efecto neutral o incluso beneficioso para la salud de las personas.