Enfermedad de Crohn: Cómo puede ayudarte una dieta que incluya cúrcuma

Mucho se ha hablado, de un tiempo a esta parte, de la necesidad de una toma de conciencia general sobre la salud y nuestra relación con la enfermedad. Lo que comenzó siendo un lejano rumor procedente de la medicina oriental y de remotas culturas indígenas, se está convirtiendo en la realidad de nuestras creencias y acciones en materia sanitaria.

Estas ideas plantean que, en general, las enfermedades no son tanto un error o un fallo del cuerpo humano, sino más bien un indicador de un desequilibrio relacionado con la forma de vida, la alimentación, las emociones y con el conjunto de la vida de las personas. Siguiendo esta argumentación, la enfermedad no tiene por qué ser curada, sino atendida y observada, ya que la sabiduría de la naturaleza que habita en nuestro cuerpo nos está indicando un camino para la mejora de nuestro bienestar.

Si esto es así con muchas enfermedades, cabría tomar en consideración estas cosmovisiones con enfermedades como la que nos ocupa en este artículo. La enfermedad del Crohn es de las que se consideran crónicas, para la que no existe cura y que afecta a millones de personas en todo en mundo. Se trata de una dolencia inflamatoria del sistema digestivo, y se manifiesta a lo largo del tubo del mismo, pudiendo aparecer desde la boca hasta el ano. Esta inflamación es el síntoma más común, aunque existen otros, y se manifiesta en forma de granulomas, fístulas y en la colitis ulcerosa de forma continua. Asimismo, la inflamación del intestino puede provocar un déficit de absorción de algunos nutrientes.

Dependiendo de la gravedad, otras partes del organismo como  la piel, los ojos, los huesos y las articulaciones, se pueden ver afectadas. La medicación que suelen recetar los médicos es para mejorar la inflamación y remitir. Existen diferentes fármacos y tratamientos alopáticos para ello, aunque, por desgracia, a menudo no pueden evitar que la inflamación vuelva a aparecer. Los síntomas más habituales son  diarrea, sangre en las heces, dolor abdominal, espasmos, rampas abdominales, pérdida de peso, falta de apetito, ligeras febrículas, falta de energía y cansancio. Como se ha dicho, la enfermedad del Crohn es crónica y no existe actualmente cura definitiva.

Por otra parte, suele aparecer con periodos en los que los síntomas están más o menos activos. Cabe destacar, por último, que se trata de una enfermedad autoinmune y no se conoce el origen. Una de las medidas que podemos tomar para “convivir” con esta enfermedad, y que se nos muestra más accesible es la introducción de cambios en nuestra alimentación. La toma de conciencia del “somos lo que comemos” no es baladí en cualquier malestar o dolencia física, pero se hace plenamente evidente cuando se trata de una enfermedad cuyo principal síntoma es la inflamación del sistema digestivo. Las dietas recomendadas suelen evitar aquellos alimentos que provocan  la inflamación y, por el contrario, estimular aquellos que contribuyan a reducirla. Se trata de dietas “blandas” que limitan el aporte de toxinas.

En este sentido se disminuyen los lácteos, los alimentos crudos, bajos en grasas, aquellos que pueden aportar gases, la cafeína y los alimentos prebióticos. De igual forma, se recomienda evitar el exceso de comida y aumentar la ingestión de líquidos, lo que facilita la mejora de la digestión. Incorporar la planta de la Cúrcuma es recomendado por la farmaceútica Meritxell Martí, y se basa en investigaciones con pacientes con enfermedad del Crohn, llevadas a cabo, entre otros, por el sistema sanitario de la región de Murcia.

Quienes no estén familiarizados con ésta planta, han de saber que tanto  en la medicina tradicional China como en la medicina ayurvédica, se le atribuyen numerosas propiedades, tales como analgésicas, antioxidantes y antiinflamatorias. En occidente, cada vez más, es recomendado por profesionales de la salud y la alimentación para  el tratamiento de flatulencias, ictericia, dificultades menstruales, orina sanguinolenta, hemorragias, dolor de muelas, hematomas, dolor en el pecho y cólicos.

En general, alivia la inflamación y el dolor.

La forma en la que se suele encontrar es en polvo y en cápsulas, y se recomienda tomar en períodos cortos. Por último, me gustaría señalar que, tal y como decíamos al comienzo de éste artículo, quizá esta molesta inflamación nos está aportando algún mensaje que nos señala algún desequilibrio en nuestra vida, por lo que, el ejercicio físico, la práctica de la meditación o la relajación, junto a la incorporación de la Cúrcuma en nuestra dieta, nos puede conducir a restaurarlo y, paradójicamente, gracias a la enfermedad podremos aumentar nuestra calidad de vida.

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