Cuando se trata de copas, todos estamos de acuerdo en que no son buenas para la salud, pero si hablamos de vino, parece que la cosa cambia. Y es que según lo que han demostrado los estudios al respecto, los flavonoides que contiene el vino tinto protegen nuestro organismo frente a las enfermedades cardiovasculares. Además, gracias a estos flavonoides, que actúan como antioxidantes, el vino puede lograr retrasar el proceso de envejecimiento.
Otra de sus ventajas es que tiene un efecto vaso – dilatador, con lo que se reduce el riesgo de sufrir determinadas patologías. También ha habido diversas investigaciones que demuestran que puede evitar el deterioro cognitivo, y por tanto, evitar en cierta medida enfermedades como el Alzheimer o la demencia senil.
Por otro lado, se ha demostrado que el consumo de vino puede impedir el desarrollo de células tumorales en algunos casos e incluso proteger a los fumadores ante el cáncer de pulmón.
Este tipo de efectos beneficiosos, por supuesto, están supeditados al consumo de uno o dos vasos de vino tinto al día, lo que se considera un consumo moderado que nuestro cuerpo puede metabolizar.
Para más información, os recomiendo que leáis este artículo de Mapfre.